miércoles, 29 de julio de 2009

Malos tiempos para la lírica



Hasta hace poco Paracuellos era para mí poco más que unos álbumes que miraba con indiferencia cada vez que entraba en el Fnac. La ignorancia es así de atrevida, ya lo sabéis.

La verdad es que el estilo de dibujo no me atraía lo suficiente como para comprarme alguno, pero sobretodo me echaba hacia atrás tener que enfrentarme a una serie de historias cortas sobre "la guerra civil" (eso pensaba yo entonces aunque el cómic no va de la guerra). No es que la guerra civil, el franquismo o cualquier otro momento histórico de España no me interese, al contrario, algunas de mis películas favoritas tienen mucho que ver con todo esto; Las bicicletas son para el verano, ¡Arriba Hazaña! (En el título de la película Azaña se escribe con hache) o Tierra y libertad son algunos ejemplos. No, lo que me frenaba a la hora de descubrir el genial mundo de Carlos Giménez era las historias cortas. En general me atraen más las historias que ocupan todo un álbum (Trazo de tiza), las historias largas (Watchmen, From Hell) o muy largas (Adolf, Buda, Akira). Seguramente por eso conocí al autor de Paracuellos a través de una historia larga: Rambla arriba, Rambla abajo. Bueno, en realidad no deja de ser un cómic formado por historias cortas ligadas entre sí gracias a una historia central que hace de hilo conductor. Sea como sea, a mi me engañó y me enganchó. Me lo dejó mi compañero de trabajo (y gran animador) Isaac y me lo leí en un trayecto Barcelona - Terrassa de esos que me gusta hacer cada día. A partir de entonces empecé a atacar todos los Paracuellos que cayeron en mis manos hasta llegar al número 6.

Las historias de Paracuellos no tratan de la guerra civil, evidentemente. Paracuellos es el drama cotidiano de unos odiosos cuarteles en los que el autor pasó gran parte de su infancia, los colegios del Auxilio Social. No hace falta decir que el tebeo funciona como una excelente crónica de lo que sucedía en aquellos centros y, por extensión, de toda una época. En ellos se vivían enormes dramas y terribles abusos que Giménez descubre de manera maestra a lo largo de los 6 tomos con ácidez, sensibilidad y una insultante ausencia de revanchismo, haciendo la crónica más real y verdadera. Si veis alguno de los tomos cuando caminéis por el Fnac o por cualquier otro lugar no lo dudéis, no perdáis el tiempo como yo y leedlo.

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